The Beatles es considerado insuperable en su éxito. El auge de su popularidad que desembocó en la Beatlemanía mundial, recayó en los años sesenta. La “epidemia” se extendió incluso a la URSS, si bien más tarde, en la Rusia nueva aparecieron mitos de que en la URSS se prohibía a The Beatles y que las autoridades perseguían a sus fanes. Todo era así y no así, dice el escritor y el músico rock Vladímir Rekshán. Recuerda cómo la música de Los Beatles penetró al otro lado de la cortina de hierro:
—Recuerdo como si esto haya sido hoy: mediados de los años sesenta, por radio se transmiten varias canciones de Los Beatles con comentarios: “son nuestros amigos, los cargadores de Liverpool”, creando en los oyentes cierta simpatía de clase. Por alguna razón me impresionó de inmediato, así como a mis amigos de escuela: son los nuestros. Luego comenzó una verdadera Beatles-manía: la búsqueda de fotografías, grabaciones…
En la URSS había poca información sobre Los Beatles. Los órganos de prensa soviéticos, si imprimían algo, lo hacían tan solo en llave crítica: en la revista satírica Krokodil, por ejemplo, caricaturas de ellos. En los periódicos, artículos críticos. Uno de tales fue escrito por el compositor Bogoslovski, conocido por su humor cáustico. Pese a esto, la primera grabación del cuarteto de Liverpool apareció en la URSS en un disco en 1967 Caleidoscopio musical. Pero en su etiqueta estaba la famosa composición Girl, que era llamada Canción popular. Pasados algunos años, en tiendas aparecieron varios discos flexibles, en cada uno de los cuales cabían dos o tres canciones y un par de miñones. El primer álbum de Los Beatles fue emitido por la firma fonográfica Melodía, la única por entonces en el país, tan solo en 1986. Las canciones de Los Beatles se extendían en la URSS mayoritariamente en grabaciones magnetofónicas.
Se las hacía de las transmisiones de las voces enemigas: BBC, La Voz de las Américas, de discos raros que se traían del extranjero. En el mercado negro se podía encontrar cualquier composición rara, pero una persona común y corriente no podía comprarla: el precio era muy alto. De modo que los melómanos preferían regrabar música de magnetófono en magnetófono o intercambiar discos. Las fotografías de los ídolos se reimprimían muchas veces de las revistas occidentales, formando colecciones enteras. La mayor colección dedicada a Los Beatles pertenece al fan Kolia Vasin de San Petersburgo. Ahora, a base de su colección, ha sido organizado un museo. La muestra más valiosa de este es el disco Live Peace in Toronto. 1969. Este fue enviado por el propio John Lennon. En 1970 en el 30º aniversario de John Lennon, Kola Vasin le envió un telegrama de felicitación y recibió en respuesta el disco, autografiada por el propio músico. Hoy Kolia Vasin recuerda:
—En el 1964 oí a Los Beatles y quedé loco. Comenzó una locura, una fiesta de la vida y esta continúa hasta hoy.
El líder del grupo ruso Máquina del Tiempo, y un Beatles-fan incorregible, Andrei Makarevich, también está seguro que la música de Los Beatles es para siempre:
—Amén de que son magníficos músicos, melodistas, amén de que existió el genial George Martin, que definió todo el mundo como una grabación, hay allí algo más, algo inexplicable, lo que obligó al mundo entero a volverse loco.
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