REVOLVER...
Representa la medida exacta de la regulación, el punto medio entre el uso y abuso del LSD. No estaban tan inocentes como en Help!, pero tampoco tan volados como en Magical Mystery Tour.
A continuación voy a hacer una "BREVE" reseña sobre este maravilloso disco que tanto amo.
Taxman: Comienza el disco con un poco de Harrison para despertarnos. La c
uenta regresiva me recuerda a una bomba a punto de explotar, quizás la bomba que desata Revolver en nuestras cabezas cada vez que lo escuchamos. La canción tiene una letra ácida y llena de reproches a los políticos y su excesiva retención de impuestos, sobre todo a los músicos. Pero la música no es dura en absoluto, es más, el estribillo te lleva con sus acordes acompasados como si estuviésemos cantando una canción de amor (Yeeeeeeeaaaah I’m the taaaxman♥). Una rareza que podemos encontrar es que Paul toca la primer guitarra en toda la canción, incluído el maravilloso solo con estilo lisérgico, propio de esa nueva época de cambios. En la versión del Anthology podemos encontrar un corito de John y Paul cantando con suma rapidez la línea “Anybody got a bit of money?”, que probablemente sacaron porque no pegaba ni con moco. En su lugar, George (y algunos dicen, por consejo de John) colocó los nombres de dos ministros de la época, Mr. Wilson y Mr. Heath. Personalmente veo a esta canción con grandes referencias hacia la política, por eso creo que la gente se equivoca cuando dicen que “Revolution” fue la primer canción política de The Beatles, Taxman merece ese lugar.
Eleanor Rigby: Todavía recuerdo la primera vez que la escuché. Esa sinfonía en degradé que parece destrozarte el corazón y atravesarte los tímpanos con la aguda voz de Paul cantando a la desdichada Eleanor. Esa mezcla entre satisfacción y depresión, ese momento en el que los violines, las violas y los violonchelos se fusionan para dar paso al exuberante “AAAAAAAAAAAAAAAH, LOOK AT ALL THE LONELY PEOPLE”, donde uno puede sentir todas las miradas del mundo posándose en nosotros, juzgándonos por nuestra soledad.
Y Paul puede jurar que el nombre fue producto de la mezcla entre la actriz de Help! y el nombre de un negocio, pero eso no nos detiene a alimentar nuestra mente con curiosas leyendas sobre esa famosa lápida en Liverpool en la que descansa una tal “Eleanor Rigby”. Quizás el nombre le haya quedado en el subconsciente cuando adolescente, y haya salido el recuerdo a reflote cuando volcó su inspiración en una canción. O tal vez sí haya una historia detrás de todo esto, pero nunca nos será contada. Lo que podemos dar por hecho es que McCartney se luce más que nunca con esta joya, la segunda de Revolver, que nos enloquece las neuronas y nos acongoja el alma, sabiendo que la soledad está en todas partes y espera por nosotros.
I’m Only Sleeping: John hace su entrada a Revolver con toda la psicodelia encima. Una canción que no habla al simple acto de dormir, sino del mundo loco que nos espera detrás de los párpados cerrados: los sueños. Ese maravilloso plano mental en donde cualquier cosa puede llegar a ocurrir sin afectarnos físicamente, y que Lennon plasma con fascinante encanto en esta canción. La pieza llevó su tiempo en producirse, pero todo valió la pena. El forzoso trabajo de George al tocar los solos invertido, el portentoso bajo de Paul (calificado como uno de los mejores de la historia del Rock) y la escurridiza batería de Ringo hacen la magnificencia de este trabajo, sin contar la lastimera voz de John, que me recuerda a la de algún personaje salido de la imaginación de Lewis Carroll, en busca de sus mundos perdidos y con ansias de hallarse a sí mismo en el fondo de las notas musicales.
Love you to: George demuestra sus cualidades como sitarista en este tema, considerado como el primero con estructura oriental en la cultura occidental (nótese que el primero con “sonidos” orientales fue Norwegian Wood (This bird has flown), también introducido por George). En esa época estaba tomando clases de sitar con el maestro Ravi Shankar, lo que indirectamente incluía un combo de religión y cultura, que se puede comprobar en la letra de la canción. Ringo es el único que participa, lo que demuestra que todavía existía un buen grado de compañerismo al permitir que George se explaye con sus transiciones hindúes. Personalmente, me transporta a lugares recónditos de mi mente, y en pensamientos que no nos solemos hacer todos los días: ¿Qué lugar ocupamos y qué tan importantes somos en este mundo?, y siempre encuentro la respuesta en el mismísimo estribillo entonado por Harrison: que simple y sencillamente amemos mientras podamos.
Here, there and everywhere: Es la definición de “canción de amor” propiamente dicha, con toda la dulzura y dedicación necesarias, no boludeces de Arjona con las mismas 3 rimas de siempre. La musa es Jane Asher, aunque últimamente las cosas no andaban muy bien entre ellos dos, y ésta probablemente sea una de las últimas canciones de amor positivas en su relación con ella.
Yo la veo como una montaña rusa que baja y sube entre la tristeza y la felicidad. Los acordes de repente pueden ser rápidos como lentos, los arreglos van de sutiles a potentes, y la armonía sigue una línea pero aún así no deja de ser variada. Representa a la perfección los sentimientos que podemos llegar a tener para con alguien que creemos el amor de nuestra vida, pero con el que sufrimos bajones con demasiada frecuencia. Expresa a la perfección lo que es el lenguaje corporal en el amor, las emociones demostradas a través de la voz, de la escucha, de los ojos.
George Martin, John Lennon y el mismo Paul han declarado que es una de sus favoritas. Y no puedo hacer menos que concordar con ellos tres.
Yellow Submarine: Supongo que Paul no habría creído que sus oníricos pensamientos sobre submarinos amarillos llegarían tan lejos como llegaron. Y como en ese momento no le encontró demasiado sentido a la idea, pensó en su amigo Ringo y arregló exclusivamente para él el rango vocal de su nueva canción.
Mares inventados, personas inconclusas…viajes de LSD dirán algunos, delires propios de la mente adormecida dirá su autor. Un medio de transporte y un color, ¡qué absurdo se ve cuando lo pensamos de esa manera!, pero increíblemente todo se resume a eso. Coritos de la Boyd y la Faithfull, el choque de vasos de Brian Jones, los gritos y burbujas de John y Paul…lo que sea para darle el sonido marítimo. Y a la vista está que lo han logrado.
She said she said: Los primeros 7 segundos de la canción ya te dicen todo sobre ella. Nada, no te desesperes, tirá la cabeza para atrás y esperá a que John te perfore el cerebro con su entumecedora voz empapada de ácido lisérgico. Esa guitarra, esas voces…todo es inexistente a través de esa canción, el mundo se desvanece ante esa especie de conversación tan ilusoria y racional a la vez.
Peter Fonda sí que andaba pasadísimo cuando les contó sobre su trip a John y a George. Nacer, morir…mucho significado para tan pocas palabras. Sentimientos extremos contados por un tipo un poco desequilibrado, y traducidos por John con intensa agudeza lírica. Paul no participa en esta hermosa pieza de Revolver, pero los tres muchachos supieron arreglarse muy bien.
Good day sunshine: ¡Sí, sí, sí! Queremos reír, y aunque no estemos enamorados y el día en realidad esté nublado, VAMOS A REÍR. Porque es completamente imposible no esbozar una sonrisa ante tal bella composición de McCartney, y menos frente a una música tan renovante. Te eleva a lugares inusitados, te dispara la felicidad idiota que se acumula dentro nuestro, y que la mayoría de nosotros creemos perdida.
Tan voluminosa es la sencillez que incluso no parece sencilla. Aún no pueden ponerse de acuerdo sobre si el tema llevó guitarras o no, pero who cares! Los cuatro se lucieron más que nunca trabajando en esta melodía. Bueno, en realidad, los cinco: es infaltable el solo de piano de George Martin, que siempre está presente para respaldar buenas obras de arte cuando es necesario.
And your bird can sing: Metáforas, metáforas y más metáforas, eso es lo que nos inyecta John con esta impecable canción, la novena de Revolver. Ah, y por supuesto, un inolvidable riff de la mano de George, que es capaz de alterar todos tus sentidos. Quizás las aves no nos digan demasiado, pero sí podemos hablar de muchas teorías compositivas, de las cuáles John no ha afirmado ninguna, limitándose a insultar a la canción en cada oportunidad que se le presentaba. Probablemente no haya cumplido sus expectativas en ese entonces, o tal vez no logró su propósito exacto, pero la cuestión es que no le gustaba para nada. Extraño, y más aún para nosotros, puesto a que suele ser una de las canciones favoritas entre los fanáticos.
Pero por sobretodo, les recomiendo la versión del Anthology. Escuchar esas despreocupadas carcajadas te descomprimen y te alivian, al punto de incluso contagiarte con un poco de alegría de origen desconocido.
For no one: Trágica pero hermosa, como todo lo que posee un dejo de tristeza. Típico de Paul, romperte el corazón cuando menos te lo esperabas. Trompa, clavicordio, piano…todo colaboró para darle a esta canción, la décima de Revolver, ese ambiente tan lúgubre y taciturno, esencial para poder transmitir lo que Paul estaba sintiendo en su relación con Jane Asher. Incluso originalmente pensó en llamarla Why did it die?, pero la referencia hubiese sido demasiado alevosa. Ese abrupto y rudo final, tan intrincado como la pareja en sí, denota claramente el contraste de sentimientos que Jane le generaba a McCartney, que podía componer Here there and everywhere paralelamente a ésta canción. En fin, lo confuso del sentir no le quita la magnificencia de esta delicada pieza, probablemente una de las más esmeradas y desgarradoras de todo el disco.
Doctor Robert: Well, well, well you’re feeling fine! Me fascinaría visitar, al menos alguna vez, lo que fue la mágica farmacia del dr. Rober Freymann. Portal de uso y abuso de todas las drogas alucinógenas ilegales y difíciles de conseguir, seguramente aquélla farmacia era de las más concurridas de Nueva York, y cuántos personajes interesantes desfilarían por allí, tratando desesperadamente de encontrar las milagrosas sustancias.
O bueno, según John, él mismo fue siempre el tan aclamado Doctor Robert. No sé, sería difícil fijar una sola referencia en la canción, que incluso puede extenderse al “doctor” Robert Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, que introdujo la marihuana al grupo por primerísima vez. El hecho es que, en conjunto, todos ellos nos hacen delirar con melodías producidas por la alterada mente de John, que nos deleita una vez más con su psicodelia naciente en esta canción, la undécima de Revolver.
I want to tell you: Siempre pensé que esta canción encajaba más en Rubber Soul, y que “If I needed someone” se ajusta más al tracklist de Revolver. Pero de igual manera, no deja de ser una gran canción, con la cual muchos de nosotros nos sentimos identificados. Timidez, vergüenza, retraimiento...o bueno, más claramente en sus propias palabras: “Una avalancha de pensamientos muy difíciles de escribir, decir o simplemente transmitir”. Ésta canción, la duodécima de Revolver, es también la tercera compuesta por Harrison, lo que denota visiblemente su progreso como autor, y el nivel de aceptación de sus letras en el grupo.
El comienzo del tema, con esa especie de desvanecimiento inverso, ya te vuela la cabeza sin necesidad de nada. El impaciente tecleo por parte de Paul en el piano, el contundente y aplastante riff tocado por George y sus angustiantes “I’ve got timeeee” del final, sobrepuestos con los coros y con un imponente conglomerado de voces que le abren paso a un nuevo desvanecimiento, que esta vez indica que irrefutablemente se acaba la canción. Una pena que sea tan corta, temas como éste deberían durar al menos unas horas.
Got to get you into my life: Más allá de que todos en el disco hayan experimentado con LSD, en esta canción (la decimotercera de Revolver), Paul revela con claridad que uno de sus grandes amores fue la marihuana. Nada de desamor, nada de Jane Asher, nada de nada. Trompetas, saxofones, órganos y tambores: todo contribuyó a que alegría sea fielmente estampada en una estruendosa melodía, y evidenciando la fogosidad con la que se puede amar a un estupefaciente. John también ha declarado que ésta es una de las mejores composiciones de McCartney.
Estridente y estrepitosa, quizás los mismos efectos que surte la aclamada droga, sabiamente plasmados por Paul, experimentado en la materia. Un tema agudo y chillón, que penetra en tu mente e ilumina el día como luz del astro Rey. Simplificándola un poco, te saca una sonrisa, contagiándote de esa excitación y entusiasmo por la vida que poseía un joven Paul de 1966, y que probablemente aún sigue poseyendo.
Tomorrow never knows: ¿Cómo escribir algo sobre semejante obra de arte, luego de haber exprimido palabras para las otras 13 anteriores maravillas del disco? No sé, pero empecemos por algo. El confuso título fue otro de los “Ringuismos” aportados por, obviamente, Ringo. Leer libros extraños y tomar LSD, una muy buena combinación descubierta por Lennon, y fuente de inspiración de tan influyente tema, el último de Revolver.
19 años tenía Geoff Emerick cuando lo contrataron como suplente, y aunque la primer tarea no le fue fácil, ser ingeniero de tan inmensa canción le otorgó fama eterna y reconocimientos de todo el mundo. Mellotrones, sonidos de gaviota, el tan ansiado efecto vibratorio, incluso el solo de Taxman adaptado…todo aporta para formar ese clima tan surreal, pero por sobretodo, es la voz de John lo que lo hace una canción psicodélica con todas las letras. Una dicción que se podría definir incluso como monótona, nula, completamente vacía, pero de tan invariable se vuelve plenamente hipnotizante. Una especie de lamento incesante que habla sobre la relajación, la muerte y sus fronteras; pero expandidas en su totalidad por el ácido lisérgico, que le hizo alcanzar a John otro nivel compositivo que fue más allá de lo que una persona puede comprender con la mente en estado normal. Es un poco complicado llegar a asimilarla, pero es pecado no alucinar con esa canción. El delire es inevitable sobre el final, con la entrecortada frase “of the beginning” repitiéndose una y otra vez, creando un clima de embelesamiento total, cegándote los falsos sentidos y ayudándote a descubrir los verdaderamente perceptivos, confundiéndolos y desorientándolos, para que puedan combinarse con magistral armonía, y para que te permitan escuchar el color de tus sueños.
Basta, basta por hoy. Andá a escuchar Revolver, y veamos si te atrevés a decirme que miento.
Eleanor Rigby: Todavía recuerdo la primera vez que la escuché. Esa sinfonía en degradé que parece destrozarte el corazón y atravesarte los tímpanos con la aguda voz de Paul cantando a la desdichada Eleanor. Esa mezcla entre satisfacción y depresión, ese momento en el que los violines, las violas y los violonchelos se fusionan para dar paso al exuberante “AAAAAAAAAAAAAAAH, LOOK AT ALL THE LONELY PEOPLE”, donde uno puede sentir todas las miradas del mundo posándose en nosotros, juzgándonos por nuestra soledad.
Y Paul puede jurar que el nombre fue producto de la mezcla entre la actriz de Help! y el nombre de un negocio, pero eso no nos detiene a alimentar nuestra mente con curiosas leyendas sobre esa famosa lápida en Liverpool en la que descansa una tal “Eleanor Rigby”. Quizás el nombre le haya quedado en el subconsciente cuando adolescente, y haya salido el recuerdo a reflote cuando volcó su inspiración en una canción. O tal vez sí haya una historia detrás de todo esto, pero nunca nos será contada. Lo que podemos dar por hecho es que McCartney se luce más que nunca con esta joya, la segunda de Revolver, que nos enloquece las neuronas y nos acongoja el alma, sabiendo que la soledad está en todas partes y espera por nosotros.
I’m Only Sleeping: John hace su entrada a Revolver con toda la psicodelia encima. Una canción que no habla al simple acto de dormir, sino del mundo loco que nos espera detrás de los párpados cerrados: los sueños. Ese maravilloso plano mental en donde cualquier cosa puede llegar a ocurrir sin afectarnos físicamente, y que Lennon plasma con fascinante encanto en esta canción. La pieza llevó su tiempo en producirse, pero todo valió la pena. El forzoso trabajo de George al tocar los solos invertido, el portentoso bajo de Paul (calificado como uno de los mejores de la historia del Rock) y la escurridiza batería de Ringo hacen la magnificencia de este trabajo, sin contar la lastimera voz de John, que me recuerda a la de algún personaje salido de la imaginación de Lewis Carroll, en busca de sus mundos perdidos y con ansias de hallarse a sí mismo en el fondo de las notas musicales.
Love you to: George demuestra sus cualidades como sitarista en este tema, considerado como el primero con estructura oriental en la cultura occidental (nótese que el primero con “sonidos” orientales fue Norwegian Wood (This bird has flown), también introducido por George). En esa época estaba tomando clases de sitar con el maestro Ravi Shankar, lo que indirectamente incluía un combo de religión y cultura, que se puede comprobar en la letra de la canción. Ringo es el único que participa, lo que demuestra que todavía existía un buen grado de compañerismo al permitir que George se explaye con sus transiciones hindúes. Personalmente, me transporta a lugares recónditos de mi mente, y en pensamientos que no nos solemos hacer todos los días: ¿Qué lugar ocupamos y qué tan importantes somos en este mundo?, y siempre encuentro la respuesta en el mismísimo estribillo entonado por Harrison: que simple y sencillamente amemos mientras podamos.
Here, there and everywhere: Es la definición de “canción de amor” propiamente dicha, con toda la dulzura y dedicación necesarias, no boludeces de Arjona con las mismas 3 rimas de siempre. La musa es Jane Asher, aunque últimamente las cosas no andaban muy bien entre ellos dos, y ésta probablemente sea una de las últimas canciones de amor positivas en su relación con ella.
Yo la veo como una montaña rusa que baja y sube entre la tristeza y la felicidad. Los acordes de repente pueden ser rápidos como lentos, los arreglos van de sutiles a potentes, y la armonía sigue una línea pero aún así no deja de ser variada. Representa a la perfección los sentimientos que podemos llegar a tener para con alguien que creemos el amor de nuestra vida, pero con el que sufrimos bajones con demasiada frecuencia. Expresa a la perfección lo que es el lenguaje corporal en el amor, las emociones demostradas a través de la voz, de la escucha, de los ojos.
George Martin, John Lennon y el mismo Paul han declarado que es una de sus favoritas. Y no puedo hacer menos que concordar con ellos tres.
Yellow Submarine: Supongo que Paul no habría creído que sus oníricos pensamientos sobre submarinos amarillos llegarían tan lejos como llegaron. Y como en ese momento no le encontró demasiado sentido a la idea, pensó en su amigo Ringo y arregló exclusivamente para él el rango vocal de su nueva canción.
Mares inventados, personas inconclusas…viajes de LSD dirán algunos, delires propios de la mente adormecida dirá su autor. Un medio de transporte y un color, ¡qué absurdo se ve cuando lo pensamos de esa manera!, pero increíblemente todo se resume a eso. Coritos de la Boyd y la Faithfull, el choque de vasos de Brian Jones, los gritos y burbujas de John y Paul…lo que sea para darle el sonido marítimo. Y a la vista está que lo han logrado.
She said she said: Los primeros 7 segundos de la canción ya te dicen todo sobre ella. Nada, no te desesperes, tirá la cabeza para atrás y esperá a que John te perfore el cerebro con su entumecedora voz empapada de ácido lisérgico. Esa guitarra, esas voces…todo es inexistente a través de esa canción, el mundo se desvanece ante esa especie de conversación tan ilusoria y racional a la vez.
Peter Fonda sí que andaba pasadísimo cuando les contó sobre su trip a John y a George. Nacer, morir…mucho significado para tan pocas palabras. Sentimientos extremos contados por un tipo un poco desequilibrado, y traducidos por John con intensa agudeza lírica. Paul no participa en esta hermosa pieza de Revolver, pero los tres muchachos supieron arreglarse muy bien.
Good day sunshine: ¡Sí, sí, sí! Queremos reír, y aunque no estemos enamorados y el día en realidad esté nublado, VAMOS A REÍR. Porque es completamente imposible no esbozar una sonrisa ante tal bella composición de McCartney, y menos frente a una música tan renovante. Te eleva a lugares inusitados, te dispara la felicidad idiota que se acumula dentro nuestro, y que la mayoría de nosotros creemos perdida.
Tan voluminosa es la sencillez que incluso no parece sencilla. Aún no pueden ponerse de acuerdo sobre si el tema llevó guitarras o no, pero who cares! Los cuatro se lucieron más que nunca trabajando en esta melodía. Bueno, en realidad, los cinco: es infaltable el solo de piano de George Martin, que siempre está presente para respaldar buenas obras de arte cuando es necesario.
And your bird can sing: Metáforas, metáforas y más metáforas, eso es lo que nos inyecta John con esta impecable canción, la novena de Revolver. Ah, y por supuesto, un inolvidable riff de la mano de George, que es capaz de alterar todos tus sentidos. Quizás las aves no nos digan demasiado, pero sí podemos hablar de muchas teorías compositivas, de las cuáles John no ha afirmado ninguna, limitándose a insultar a la canción en cada oportunidad que se le presentaba. Probablemente no haya cumplido sus expectativas en ese entonces, o tal vez no logró su propósito exacto, pero la cuestión es que no le gustaba para nada. Extraño, y más aún para nosotros, puesto a que suele ser una de las canciones favoritas entre los fanáticos.
Pero por sobretodo, les recomiendo la versión del Anthology. Escuchar esas despreocupadas carcajadas te descomprimen y te alivian, al punto de incluso contagiarte con un poco de alegría de origen desconocido.
For no one: Trágica pero hermosa, como todo lo que posee un dejo de tristeza. Típico de Paul, romperte el corazón cuando menos te lo esperabas. Trompa, clavicordio, piano…todo colaboró para darle a esta canción, la décima de Revolver, ese ambiente tan lúgubre y taciturno, esencial para poder transmitir lo que Paul estaba sintiendo en su relación con Jane Asher. Incluso originalmente pensó en llamarla Why did it die?, pero la referencia hubiese sido demasiado alevosa. Ese abrupto y rudo final, tan intrincado como la pareja en sí, denota claramente el contraste de sentimientos que Jane le generaba a McCartney, que podía componer Here there and everywhere paralelamente a ésta canción. En fin, lo confuso del sentir no le quita la magnificencia de esta delicada pieza, probablemente una de las más esmeradas y desgarradoras de todo el disco.
Doctor Robert: Well, well, well you’re feeling fine! Me fascinaría visitar, al menos alguna vez, lo que fue la mágica farmacia del dr. Rober Freymann. Portal de uso y abuso de todas las drogas alucinógenas ilegales y difíciles de conseguir, seguramente aquélla farmacia era de las más concurridas de Nueva York, y cuántos personajes interesantes desfilarían por allí, tratando desesperadamente de encontrar las milagrosas sustancias.
O bueno, según John, él mismo fue siempre el tan aclamado Doctor Robert. No sé, sería difícil fijar una sola referencia en la canción, que incluso puede extenderse al “doctor” Robert Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, que introdujo la marihuana al grupo por primerísima vez. El hecho es que, en conjunto, todos ellos nos hacen delirar con melodías producidas por la alterada mente de John, que nos deleita una vez más con su psicodelia naciente en esta canción, la undécima de Revolver.
I want to tell you: Siempre pensé que esta canción encajaba más en Rubber Soul, y que “If I needed someone” se ajusta más al tracklist de Revolver. Pero de igual manera, no deja de ser una gran canción, con la cual muchos de nosotros nos sentimos identificados. Timidez, vergüenza, retraimiento...o bueno, más claramente en sus propias palabras: “Una avalancha de pensamientos muy difíciles de escribir, decir o simplemente transmitir”. Ésta canción, la duodécima de Revolver, es también la tercera compuesta por Harrison, lo que denota visiblemente su progreso como autor, y el nivel de aceptación de sus letras en el grupo.
El comienzo del tema, con esa especie de desvanecimiento inverso, ya te vuela la cabeza sin necesidad de nada. El impaciente tecleo por parte de Paul en el piano, el contundente y aplastante riff tocado por George y sus angustiantes “I’ve got timeeee” del final, sobrepuestos con los coros y con un imponente conglomerado de voces que le abren paso a un nuevo desvanecimiento, que esta vez indica que irrefutablemente se acaba la canción. Una pena que sea tan corta, temas como éste deberían durar al menos unas horas.
Got to get you into my life: Más allá de que todos en el disco hayan experimentado con LSD, en esta canción (la decimotercera de Revolver), Paul revela con claridad que uno de sus grandes amores fue la marihuana. Nada de desamor, nada de Jane Asher, nada de nada. Trompetas, saxofones, órganos y tambores: todo contribuyó a que alegría sea fielmente estampada en una estruendosa melodía, y evidenciando la fogosidad con la que se puede amar a un estupefaciente. John también ha declarado que ésta es una de las mejores composiciones de McCartney.
Estridente y estrepitosa, quizás los mismos efectos que surte la aclamada droga, sabiamente plasmados por Paul, experimentado en la materia. Un tema agudo y chillón, que penetra en tu mente e ilumina el día como luz del astro Rey. Simplificándola un poco, te saca una sonrisa, contagiándote de esa excitación y entusiasmo por la vida que poseía un joven Paul de 1966, y que probablemente aún sigue poseyendo.
Tomorrow never knows: ¿Cómo escribir algo sobre semejante obra de arte, luego de haber exprimido palabras para las otras 13 anteriores maravillas del disco? No sé, pero empecemos por algo. El confuso título fue otro de los “Ringuismos” aportados por, obviamente, Ringo. Leer libros extraños y tomar LSD, una muy buena combinación descubierta por Lennon, y fuente de inspiración de tan influyente tema, el último de Revolver.
19 años tenía Geoff Emerick cuando lo contrataron como suplente, y aunque la primer tarea no le fue fácil, ser ingeniero de tan inmensa canción le otorgó fama eterna y reconocimientos de todo el mundo. Mellotrones, sonidos de gaviota, el tan ansiado efecto vibratorio, incluso el solo de Taxman adaptado…todo aporta para formar ese clima tan surreal, pero por sobretodo, es la voz de John lo que lo hace una canción psicodélica con todas las letras. Una dicción que se podría definir incluso como monótona, nula, completamente vacía, pero de tan invariable se vuelve plenamente hipnotizante. Una especie de lamento incesante que habla sobre la relajación, la muerte y sus fronteras; pero expandidas en su totalidad por el ácido lisérgico, que le hizo alcanzar a John otro nivel compositivo que fue más allá de lo que una persona puede comprender con la mente en estado normal. Es un poco complicado llegar a asimilarla, pero es pecado no alucinar con esa canción. El delire es inevitable sobre el final, con la entrecortada frase “of the beginning” repitiéndose una y otra vez, creando un clima de embelesamiento total, cegándote los falsos sentidos y ayudándote a descubrir los verdaderamente perceptivos, confundiéndolos y desorientándolos, para que puedan combinarse con magistral armonía, y para que te permitan escuchar el color de tus sueños.
Basta, basta por hoy. Andá a escuchar Revolver, y veamos si te atrevés a decirme que miento.
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